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martes, 24 de mayo de 2011

#15m: Para qué sirve todo esto

Excelente reflexión, a la deriva en la red, de otro blogero.

Fuente: lafragua.blogspot.com
La Fragua, de Toño Fraguas.
Estrategias para aceptar la muerte. Pensamiento absurdo. Cómo estar alegre. Política en sentido griego. Cuidado de uno mismo.


Muchas personas que se han entusiasmado e identificado con el surgimiento del #15m viven ahora en un clima de ansiedad. Se escuchan llamadas que piden “algo concreto”, “resultados”. No podemos tener una visión mercantilista del #15m, buscando recuperar a corto plazo ‘la inversión’ en ilusión y reflexión.

En primer lugar haríamos bien en asumir que el #15m no va a evitar que ‘este’ PP (subrayo el “este”) gane en las elecciones generales de 2012. El #15m no ha surgido para ello, ni tiene margen de maniobra para lograrlo. Sería un error estratégico precipitar los pasos en esa dirección.

El #15m no quiere que gane ni ‘este’ PP, ni ‘este’ PSOE, ni ‘estos’ partidos.

La indigencia económica y cultural, y la precariedad laboral, son abono para la indigencia ética y la precariedad moral. De eso nos estamos dando cuenta estos días. Pero desde hace décadas España se encamina por la senda que ha abierto Berlusconi en Italia, donde la corrupción es tolerada, aplaudida y recompensada por muchos ciudadanos, víctimas (a veces inconscientes) de la indigencia moral.

Detener esa inercia en menos de un año parece casi imposible, pero el #15m sí está plantando las semillas del cambio. De un cambio general, que afecte a todas las personas y, por tanto, a los partidos políticos.

Para romper la inercia ‘berlusconiana’ hace falta inocular, de manera constante, los valores que recupera el #15m; y hacerlo como una lluvia fina que vaya calando poco a poco las relaciones interpersonales.

Creo que el #15m no es una película con un desenlace. No es un concurso de la tele donde al final de toca un coche. Caer en el ‘resultadismo’, querer demasiado pronto algo excesivamente concreto y detallado supondría dejar muchos ciudadanos fuera. Esto acaba de empezar.

La democracia real, entre otras cosas, es democracia de los pequeños gestos cotidianos. Por eso el hecho de que el #15m vaya a inspirar la creación de asambleas en barrios y pueblos es muy importante. El tejido asociativo y vecinal, extinguido prácticamente en su totalidad, es el lugar idóneo para recuperar el ejercicio de la ciudadanía.

Algunos resultados del #15m ya existen, pero para verlos hay que cambiar nuestra forma de pensar y alterar nuestras ideas sobre causas y efectos.

Un resultado es que mucha gente que había perdido la ilusión la ha recuperado y ha visto que es posible que su voz se escuche.

Otro resultado es que niños y ciudadanos jóvenes, ajenos al debate político (de política real, no la de los partidos) ahora tienen una experiencia y una opinión al respecto.

Otro resultado es el hecho de haber dado ejemplo. Las movilizaciones, asambleas y acampadas han sido ejemplares y han ensanchado las fronteras de lo que es posible y de lo que es exigible.

El diálogo entre personas que antes ni se conocían es un resultado. La memoria y la experiencia de estos días es un fruto (un resultado, pues) que mucha gente llevará en su pensamiento para siempre.

Estos valores de diálogo, debate, honestidad, compromiso, cooperación y consenso no han comenzado con el #15m, pero han tomado un impulso perdido desde hace años y esto también es un resultado.

Hemos aprendido, nos hemos reído y nos hemos divertido: y eso también es un resultado.

Ahora se habla de un consenso de mínimos (sobre la ley electoral y sobre la lucha contra la corrupción en los partidos políticos, por ejemplo). Algunas personas piden la creación de un partido. Gestos ‘a lo grande’.

No busquemos atajos utilitaristas. Debatamos, como se viene debatiendo especialmente en Internet y cada vez más en la calle, en las asambleas.

Hagamos pensar a los demás y hagámonos pensar a nosotros mismos. Cuando alguien nos pregunte de qué ha servido el #15m, o cuando alguien os diga que no ha servido para nada, pensad en todo el trabajo que nos queda por hacer. Queremos convencer, no vencer.

Somos muy variados: heterogéneos en esencia y apariencia. No tengamos miedo a cierta incoherencia (lo establecido es mucho más incoherente), no tengamos miedo a cierta inconcreción (mucho más inconcretos son la mayoría de los políticos profesionales y de los poderosos), no tengamos miedo a los errores (más yerran ellos) ni a cierta candidez.

Lo seco absorbe, y la sociedad está seca. Algo empieza a fluir: son ideas.

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